Subí en el ascensor toda contenta,
canturreando. Mi madre estaba en la cocina terminando de cocinar, mi padre
estaba en la sala viendo la televisión y mi hermana estaba en el ordenador.
-
Buenos días Sofía. Ve a lavarte las manos que
enseguida comemos- me dijo mi madre dándome un beso en la mejilla.
-
Buenos días mamá- le dije mientras salía de la
habitación – y ahora voy a lavármelas.
Salí de la cocina, le di un par de
besos a mi padre y fui al baño directamente. Allí dejé el bolso en el bidé, me
miré al espejo, me veía rebosante de energía y me lavé las manos.
-
A comer- gritó mi madre, cogí el bolso, lo llevé
a mi habitación y luego fui a la cocina.
Me senté en mi
sitio habitual, mi hermana se sentó a mi lado, mi madre enfrente de mí y mi
padre a mi otro lado.
-
¿Qué hay de comer?- preguntó mi padre cuando se
acomodó en su silla.
-
Pues hoy tenemos de comer tacos de espaguetis-
dijo mi madre como si fuera una camarera de un gran restaurante.
Me reí un poco
por su interpretación. Mi hermana se me quedó mirando, mientras nuestra madre
nos servía de comer.
-
¿Y qué tal con Laura y el resto? ¿Ligasteis
mucho?- me preguntó mi hermana haciéndome cosquillas.
-
Pues sí, ligamos demasiado, esto Rubén no lo
sabe y nadie debe decírselo- “si en verdad supieras lo que he hecho, hermana.
No me verías con los mismos ojos” pensé mentalmente.
-
Pues espero que si hayas ligado, me consigas a
mi algo, ya que tú estás con alguien y yo todavía estoy soltera- me dijo mi
hermana empezando a saborear la comida.
-
Dejar de hablar de eso y a comer- dijo mi padre,
ya que no tenía ganas de aguantar nuestras conversaciones.
El resto de la
comida, se desarrollo tranquilamente y en silencio. Salí de la cocina nada más
terminar de recoger un poco la mesa.
En mi habitación, cogí mi diario,
que estaba necesitado de que le escribieran, ya que llevaba un día sin tocarlo.
Diario, ayer salí con Rubén, me había preparado una sorpresa. Me llevó a un
hotel de 4 estrellas en el Pazo do Río, allí nos bañamos en la piscina donde
nos dijimos mutuamente Te Quiero y luego por la noche, no sé pasó, pero lo
hicimos; sí, te estoy hablando del amor, del sexo. Ayer perdí la virginidad,
con él; el hombre al que quiero en estos momentos.
Dejé a un lado mi diario, encendí mi portátil y me
conecté al Tuenti. Allí le di las gracias a Laura por cubrirme y le conté todo
(menos lo de que había perdido la virginidad), quise gritar a los cuatro
vientos que estoy enamorada de Rubén y
que lo hemos hecho, pero no puedo, porque vivo en una ciudad y si grito,
los vecinos se me cabrearán.
-
Hija tenemos un problema – me dijo mi madre
llamando a la puerta, cerré de golpe el diario y la pantalla del ordenador- tu
padre y yo no podemos ir a la reunión de vecinos y tendrás que ir tú.
-
¿Y Ariel no puede ir?- pregunté, ya que no tenía
muchas ganas de ir.
-
No, ella tiene unas entradas para el cine y por
eso vas tú. Ya que si no vamos, nos pueden encasquetar ser los nuevos
presidentes, ya que hoy es la elección del nuevo.
Asentí no muy
convencida, no tenía ganas de ir, pero por no tener luego que aguantar a mis
padres gritando y despotricando por no haber ido, iba a ir.
A las 5, bajé a la sala de
reuniones, iba porque mi padre tenía una reunión en el bufete de abogados donde
trabajaba y mi madre había quedado hacía unos días con sus amigas.
Me senté en la tercera fila, ni muy
cerca ni muy lejos. A mi alrededor se sentaron unos cuantos vecinos y a mi lado
un chico de unos 18 años, al que no presté atención. Cuando la presidenta entró
en la sala, todo el mundo se sentó.
-
Hoy con nosotros está la hija de los del 3ªA
Sofía- vi como todas las miradas del lugar se fijaban en mí – y también tenemos
hoy con nosotros a Jaime el hijo de los nuevos vecinos del 2B.
Miré a Jaime
como hacía todo el mundo (y dio la casualidad que estaba sentado a mi lado), vi
a un chico de ojos de un azul intenso, de pelo negro ondulado y corto; llevaba
puesto un pantalón vaquero desgastado, unos tenis blancos con cordones, una
camiseta blanca con el logo de algún grupo y una chaqueta de manga larga fina
de color azul marino.
-
El único punto en el día de hoy es la elección
de un nuevo presidente. ¿Algún voluntario?- nadie levantó la mano, ya que nadie quería serlo – como me
esperaba esto, he hecho papeletas, hay una papeleta con una raya, a quien le
toque, será el nuevo o nueva presidente. ¿Entendido?
Todo el mundo
asentimos a la vez que nos mirábamos perplejos. Cogí una papeleta
cuando me pasaron la cestita, miré a Jaime (no sé porque lo miré), me sonrió.
Cuando abrí mi papeleta y vi la raya, palidecí de tal modo que no sé cómo pasó
que Jaime me cambió la papeleta.
-
Ahora quien tenga la papeleta con la raya, que
se levante- vi que Jaime lo hacía – bien, desde hoy los nuevos vecinos serán
los presidentes. La reunión da por finalizada.
Vi que Jaime
salía de los primeros, tuve que correr para alcanzarle. Cuando le alcancé, le
parré para darle las gracias e invitarle a tomar algo algún día.
-
Jaime, ¿por qué me cambiaste la papeleta?- quise
saber.
-
Porque vi en tu rostro una mueca de que alguien
te mataría si dijeras en casa que eran los nuevos presidentes- me respondió, de
una manera tan dulce que me gustó y todo.
-
Gracias, te debo una. Ya sé, tendremos que
quedar algún día para tomar algo y te invitaré yo- le dije, le besé en la
mejilla y me marché por las escaleras rumbo a mi casa.
Cuando llegué a casa, encendí el
Messenger y como vi que estaban las cuatro, las invité a una conversación
cuádruple.
Yo: Chicas, hoy he conocido a un hombre muy
majo.
Laura: ¿Y cómo es?
Paula: Eso, ¿cómo es ese chico y
cómo se llama?
Yo: Pues se llama Jaime, es el hijo
de los nuevos vecinos del 2B y es de ojos de un azul intenso y de pelo negro
ondulado y corto. Era guapo.
Anastasia: Como te enamores de él
te matamos, ahora estás con Rubén y déjanos el resto a nosotras.
Paula: Hay tiene razón ella, muy
bien dicho sandia.
Como no quería hablar más con
ellas, desconecté el Messenger, me puse ropa más cómoda, me puse una camiseta
larga y un pantalón corto de andar por casa. Tenía ganas de un café, me lo
preparé y cuando busqué sacarina o azúcar no quedaba.
Tendría que pedir a algún vecino,
pero no podía pedírselo al de 3B por todo lo que había pasado, lo que pasó fue
que cada vez que lo veía cerca del ascensor, nunca le esperaba y siempre me iba
sin él.
Entonces, me volví a cambiar, me
puse la ropa de antes, iba a ir a pedirle azúcar a Jaime. Mientras que con la
mano izquierda abría la puerta y con la derecha cogía mi móvil y las llaves de
casa, aparecieron mis amigas en casa (solo había pasado desde que me había
desconectado del Messenger media hora y ya estaban aquí).
-
¿A dónde ibas?- me preguntó cotilleando
Anastasia.
-
Pues voy a pedir azúcar a uno de mis vecinos-
respondí cerrando la puerta de casa.
-
¿Y a que vecino?- me preguntó ahora Paula. Les
dije que iba al 2B, insistieron en acompañarme, me gustaría que no lo hicieran,
pero dejarlas solas en mi casa, con mi diario no me parecía una idea mejor.
Bajamos por el ascensor, llamé al
2B nada más llegar, vi a una niña pequeña asomarse por la puerta.
-
Hola niña, ¿está Jaime?- le pregunté a la monada
de niña que estaba en el umbral de la puerta. Gritó el nombre de Jaime y lo vi
aparecer. Mis amigas intentaron verlo, pero no lo consiguieron hasta que llegó
al umbral de la puerta.
-
¿Qué pasa Sofía?
-
Nada, solo venía a pedirte azúcar, es que se me
acabado y no sabía a quien más pedírselo – le respondí. Miró extrañado a mis
amigas, me preguntó quienes eran- ellas son mis amigas, vivieron a verme sin
avisar y como estaba a punto de bajar a pedirte azúcar, quisieron acompañarme.
Se las presenté,
fue a por un poco de azúcar en una mini taza, lo único que conseguí decirle fue
gracias y que ya le traería la taza lavada.
-
Qué guapo es- rompió el hielo Laura cuando
estábamos entrando en mi casa.
-
Sí que lo es- soltaron a la vez Anastasia y
Paula.
Entramos en mi
casa, donde nos pusimos a ver la tele mientras yo terminaba de tomar el café
que anteriormente me había preparado. No
podía echarlas de casa, ya que acaban de llegar a mi casa.
-
Ayer intentamos llamarte, pero no cogías el
teléfono- empezó a decir Paula - ¿Dónde estuviste?
-
Pues yo… no salí de casa… me quedé en casa con
el móvil apagado- les dije tartamudeando.
-
La verdad es lo que queremos saber, no nos
mientas.
No sabía que
decirles, miré a Laura muy preocupada. No podía decirles que había quedado con
Rubén en un hotel de 4 estrellas donde lo había hecho. ¿Qué le iba a contar?
Están muy bien :D Me gustan más corregidos ^^
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