-
Si quieres que pare solo tienes que decírmelo.
-
No, tú sigue y ya te diré yo cuando parar- le dije
y el asintió con la cabeza.
Me apartó el pelo de la espalda,
para poder desabrocharme el sujetador, le costó un poco, pero al final lo
consiguió. Ahora cada uno solo tenía puesto la ropa interior de abajo, estaba
casi desnuda al igual que él.
Me besó en la barriga varias veces,
me daba cosquillas, por eso me reí un par de veces, luego continuó besándome
hasta llegar al cuelo y finalmente a la boca donde se quedó un rato largo
besando mis carnosos labios. Me tocó con
su mano derecha uno de mis pechos, a la vez que me besaba y con la otra me
tocaba por encima de la braga que en esos momentos llevaba; yo le estaba a
tocar su espalda, su dorada y perfecta espalda. Luego dejó de besarme los
labios para besarme en el cuello, yo mientras me besaba el cuello, le agarré
por los pelos. Quería o eso vi, cuando su pene asomó por la ranura del
calzoncillo penetrar mi vagina, es decir desvírgame.
-
Si no quieres que haga eso, dímelo.
No dije nada, solo le miré a los
ojos, con la mirada le dije que si quería hacerlo, que se pusiera un
preservativo. Me dejó en la cama,
esperando a que se lo pusiera en el baño y cuando volvió, se volvió a poner en
la misma pose de antes.
Estaba nerviosa, era la primera vez
que hacía el amor y eso se notaba mucho, por como actuaba y por lo que decía. Me
quitó con cuidado la braga, para no molestarme y él se quitó el calzoncillo.
Nos tapamos con una fina colcha que en la cama había. Estaba sudando un poco de
más, en la habitación se estaba bien, pero haciéndolo sudaba.
Metió su pene en mi vagina, al
principio grité de dolor, pero luego grité de placer. Ya estaba, ya había
perdido la virginidad y me gustó, porque la había perdido con el chico al que
quería con locura.
Su pene siguió en mi vagina un
rato, mientras me besaba el cuello y yo gritaba de placer. “Esto lo tengo que
apuntar en mi diario nada más llegar a casa” Pensé para mis adentros, no podía
contarle esto a nadie, ni a Laura ni a Carlos; aunque fueran mis mejores
amigos.
Me quedé mirando a Rubén cuando se
acostó a mi lado después de haberlo hecho, estaba exhausto.
-
¿Y qué tal?- me preguntó preocupado.
-
Bien, todo está en orden, aunque hemos manchado
un poco la sábana con sangre, podemos decir al servicio de limpieza que es por
la regla y ya está – le dije para que no se preocupara- ya pasó todo.
Le toqué con mi
mano derecha la mejilla izquierda y le besé. Era un beso un poco raro, ya que
era pegajoso.
Me levanté, me fui a dar una ducha
para ver si me limpiaba y si me quitaba este sofocón. Me puse el camisón que me
había traído mi pedazo de novio y me metí en la cama, pero para no manchar el
camisón, puse una de las toallas grandes (la más seca) en la cama y así no
mancharnos de sangre.
-
¿Y tú pijama?
-
En verano duermo en calzoncillos, pero contigo,
hoy dormiré bañador para que no te asustes por la mañana- me respondió.
-
No me voy a asustar de ti, ya que he visto ya
desnudo y eso no me ha asustado- le dije y puse una película de las que había
traído en su pen.
Nos pusimos a
ver Wild Child (Megapetarda), pero no terminé de verla, ya que estaba demasiado
cansada para terminarla. A la mañana siguiente me levanté sobre las 9, estaba
rebosante de energía.
-
Buenos días Rubén, vamos a arreglarnos y luego
vamos a desayunar.
-
Pues el desayuno es un mini-bufet- me contestó
despertándose poco a poco- y ahora me levanto.
Me vestí con el 1º vestido que me
había puesto el día anterior y luego esperé a que Rubén se vistiera para poder
ir a desayunar. Ya eran las 10 y media, nos quedaba poco tiempo juntos antes de
que nos tuviéramos que separarnos.
En el desayuno, me tomé un
chocolate caliente con algún producto de bollería como unos cruasán, unas
palmeritas de chocolate,... y no olvidemos el zumo de naranja.
Él tomó un poco de huevos revueltos
con salchichas y beicon; con un café con leche caliente y un jumo.
-
Parecemos una pareja de recién casado, solo que
falta estar en nuestra propia casa y un periódico para que leas- le dije
mirando a mí alrededor.
A nuestro
alrededor, solo se podían ver parejas de recién casados, con algún que otro
bebe o parejas ya mayores que estaban en un 2º o 3º luna de miel, lejos del
resto de la familia.
-
Si, solo faltaba eso y sería perfecto. La gente
que nos ve, pensará que somos unos jóvenes de aproximadamente 20 años que están
aquí recobrando el amor perdido- me reí, la gente de las mesas más cercanas,
nos miraron con cara de pocos amigos, ya que estábamos a montar un poco el
follón.
Nos marchamos
sobre las 11 y media a la habitación, solo nos quedaba entre media hora y cuarenta y cinco minutos
en el hotel, antes de volver a la ciudad para dejarme a la hora que mi madre me
obligaba a llegar a casa.
-
Rubén, ¿trajiste cepillos de dientes, aunque
solo fueran de viaje?
-
Sí, hay 2
en la bolsa, búscalos y también en uno hay pasta de dientes- mientras me decía
eso, miré en la bolsa y los encontré.
-
Ya está, voy al baño y te doy el tuyo- me
acerqué al baño, donde le di un cepillo y yo usé el que sobraba. Me lavé los
dientes lo más rápido que pude y él hizo lo mismo.
-
Si solo nos queda media hora juntos, quiero
aprovecharla al máximo- me digo agarrándome de la cintura cuando estuvimos en
la habitación y no en el baño. Me llevó a la cama y allí me besó
apasionadamente.
-
No quiero terminar nuestra pequeña aventura
volviéndolo hacer. Entiéndelo, todavía no me he repuesto de lo de ayer.
Supo al instante
que no debía hacer nada raro, aparte de besarme claro está.
A las 12 y cuarto dejamos el hotel
y de la habitación nos llevamos todo lo que nos pertenecía.
-
Primero necesito ir a casa a dejar la bolsa y
luego te llevo a ti a la tuya. ¿Entendido el recorrido?
Antes de
montarme, le dije que sí moviendo la cabeza y me puse las gafas de sol y el
casco. Me agarré fuertemente a su espalda y nos pusimos en marcha.
Llegamos enseguida a su casa, que
quedaba en el centro de la ciudad. Me dejó en la moto, para que la cuidara
mientras subía la bolsa a casa. Me dijo que la próxima vez que quedáramos, me
iba a dar una bolsa con la ropa que con anterioridad había usado (pero limpia).
No tardó mucho en bajar, se montó
en la moto y nos movimos entre los coches en el tráfico.
-
Déjame en la esquina, mi madre cree que estoy en
casa de Laura y que volveré andando- le supliqué de tal manera que cedió a
dejarme donde acordamos.
No quería despedirme de él cuando
aparcó un momento la moto en la esquina para que mi madre no nos viera, estaba
a gusto con él y no quería volver a casa donde estarían mis padres y mi hermana
mayor Ariel. Me besó, para decir que nos despedíamos, pero pronto nos
volveríamos a ver.
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