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sábado, 1 de septiembre de 2012

Capitulo 6


-          Si quieres que pare solo tienes que decírmelo.

-          No, tú sigue y ya te diré yo cuando parar- le dije y el asintió con la cabeza.

Me apartó el pelo de la espalda, para poder desabrocharme el sujetador, le costó un poco, pero al final lo consiguió. Ahora cada uno solo tenía puesto la ropa interior de abajo, estaba casi desnuda al igual que él.

Me besó en la barriga varias veces, me daba cosquillas, por eso me reí un par de veces, luego continuó besándome hasta llegar al cuelo y finalmente a la boca donde se quedó un rato largo besando mis carnosos labios.  Me tocó con su mano derecha uno de mis pechos, a la vez que me besaba y con la otra me tocaba por encima de la braga que en esos momentos llevaba; yo le estaba a tocar su espalda, su dorada y perfecta espalda. Luego dejó de besarme los labios para besarme en el cuello, yo mientras me besaba el cuello, le agarré por los pelos. Quería o eso vi, cuando su pene asomó por la ranura del calzoncillo penetrar mi vagina, es decir desvírgame. 

-          Si no quieres que haga eso, dímelo.

No dije nada, solo le miré a los ojos, con la mirada le dije que si quería hacerlo, que se pusiera un preservativo.  Me dejó en la cama, esperando a que se lo pusiera en el baño y cuando volvió, se volvió a poner en la misma pose de antes.

Estaba nerviosa, era la primera vez que hacía el amor y eso se notaba mucho, por como actuaba y por lo que decía. Me quitó con cuidado la braga, para no molestarme y él se quitó el calzoncillo. Nos tapamos con una fina colcha que en la cama había. Estaba sudando un poco de más, en la habitación se estaba bien, pero haciéndolo sudaba.

Metió su pene en mi vagina, al principio grité de dolor, pero luego grité de placer. Ya estaba, ya había perdido la virginidad y me gustó, porque la había perdido con el chico al que quería con locura.

Su pene siguió en mi vagina un rato, mientras me besaba el cuello y yo gritaba de placer. “Esto lo tengo que apuntar en mi diario nada más llegar a casa” Pensé para mis adentros, no podía contarle esto a nadie, ni a Laura ni a Carlos; aunque fueran mis mejores amigos.

Me quedé mirando a Rubén cuando se acostó a mi lado después de haberlo hecho, estaba exhausto.

-          ¿Y qué tal?- me preguntó preocupado.

-          Bien, todo está en orden, aunque hemos manchado un poco la sábana con sangre, podemos decir al servicio de limpieza que es por la regla y ya está – le dije para que no se preocupara- ya pasó todo.

Le toqué con mi mano derecha la mejilla izquierda y le besé. Era un beso un poco raro, ya que era pegajoso.

Me levanté, me fui a dar una ducha para ver si me limpiaba y si me quitaba este sofocón. Me puse el camisón que me había traído mi pedazo de novio y me metí en la cama, pero para no manchar el camisón, puse una de las toallas grandes (la más seca) en la cama y así no mancharnos de sangre.

-          ¿Y tú pijama?

-          En verano duermo en calzoncillos, pero contigo, hoy dormiré bañador para que no te asustes por la mañana- me respondió.

-          No me voy a asustar de ti, ya que he visto ya desnudo y eso no me ha asustado- le dije y puse una película de las que había traído en su pen.

Nos pusimos a ver Wild Child (Megapetarda), pero no terminé de verla, ya que estaba demasiado cansada para terminarla. A la mañana siguiente me levanté sobre las 9, estaba rebosante de energía.

-          Buenos días Rubén, vamos a arreglarnos y luego vamos a desayunar.

-          Pues el desayuno es un mini-bufet- me contestó despertándose poco a poco- y ahora me levanto.

Me vestí con el 1º vestido que me había puesto el día anterior y luego esperé a que Rubén se vistiera para poder ir a desayunar. Ya eran las 10 y media, nos quedaba poco tiempo juntos antes de que nos tuviéramos que separarnos.

En el desayuno, me tomé un chocolate caliente con algún producto de bollería como unos cruasán, unas palmeritas de chocolate,... y no olvidemos el zumo de naranja.

Él tomó un poco de huevos revueltos con salchichas y beicon; con un café con leche caliente y un jumo.

-          Parecemos una pareja de recién casado, solo que falta estar en nuestra propia casa y un periódico para que leas- le dije mirando a mí alrededor.

A nuestro alrededor, solo se podían ver parejas de recién casados, con algún que otro bebe o parejas ya mayores que estaban en un 2º o 3º luna de miel, lejos del resto de la familia.

-          Si, solo faltaba eso y sería perfecto. La gente que nos ve, pensará que somos unos jóvenes de aproximadamente 20 años que están aquí recobrando el amor perdido- me reí, la gente de las mesas más cercanas, nos miraron con cara de pocos amigos, ya que estábamos a montar un poco el follón.

Nos marchamos sobre las 11 y media a la habitación, solo nos quedaba  entre media hora y cuarenta y cinco minutos en el hotel, antes de volver a la ciudad para dejarme a la hora que mi madre me obligaba a llegar a casa.

-          Rubén, ¿trajiste cepillos de dientes, aunque solo fueran de viaje?

-          Sí,  hay 2 en la bolsa, búscalos y también en uno hay pasta de dientes- mientras me decía eso, miré en la bolsa y los encontré.

-          Ya está, voy al baño y te doy el tuyo- me acerqué al baño, donde le di un cepillo y yo usé el que sobraba. Me lavé los dientes lo más rápido que pude y él hizo lo mismo.

-          Si solo nos queda media hora juntos, quiero aprovecharla al máximo- me digo agarrándome de la cintura cuando estuvimos en la habitación y no en el baño. Me llevó a la cama y allí me besó apasionadamente.

-          No quiero terminar nuestra pequeña aventura volviéndolo hacer. Entiéndelo, todavía no me he repuesto de lo de ayer.

Supo al instante que no debía hacer nada raro, aparte de besarme claro está.

A las 12 y cuarto dejamos el hotel y de la habitación nos llevamos todo lo que nos pertenecía.

-          Primero necesito ir a casa a dejar la bolsa y luego te llevo a ti a la tuya. ¿Entendido el recorrido?

Antes de montarme, le dije que sí moviendo la cabeza y me puse las gafas de sol y el casco. Me agarré fuertemente a su espalda y nos pusimos en marcha.

Llegamos enseguida a su casa, que quedaba en el centro de la ciudad. Me dejó en la moto, para que la cuidara mientras subía la bolsa a casa. Me dijo que la próxima vez que quedáramos, me iba a dar una bolsa con la ropa que con anterioridad había usado (pero limpia).

No tardó mucho en bajar, se montó en la moto y nos movimos entre los coches en el tráfico.

-          Déjame en la esquina, mi madre cree que estoy en casa de Laura y que volveré andando- le supliqué de tal manera que cedió a dejarme donde acordamos.

No quería despedirme de él cuando aparcó un momento la moto en la esquina para que mi madre no nos viera, estaba a gusto con él y no quería volver a casa donde estarían mis padres y mi hermana mayor Ariel. Me besó, para decir que nos despedíamos, pero pronto nos volveríamos a ver.

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