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Sofía, mira, el día que te conocí pensé que
seríamos algo más que amigos y míranos ahora yo te he dicho que te quiero.
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Bueno, el día que te conocí, solo pensé que
seríamos muy buenos amigos. Después de un tiempo, empecé a sentir cosas hacia
ti, hasta que el día que nos besamos en Navidad supe que estaba locamente
enamorada de ti y ahora solo te digo una cosa: Te quiero más que a nadie en el
mundo- ya estaba, al principio había dudado de mí, si decírselo iba o no a ser
difícil, pero al final lo conseguí y me sentía bien.
Lo único que
conseguimos hacer fue besarnos para sellar nuestro: Te Quiero hasta el final.
Salí del agua para secarme al sol, él hizo lo mismo que yo pero en vez de
sentarse en otra tumbona, se sentó en la mía, encima de mí y me besó.
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Levántate y siéntate en otra tumbona, que así no
podré tomar el sol para secarme - me hizo caso y se cambió de tumbona.
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Eres un poquito sosa, nos acabamos de decir Te
Quiero y lo único que me sueltas es levántate y siéntate en otra tumbona- me
reí, no sabía que decirle- eres rarita y eso es lo que me gusta de ti.
Se me quedó
mirando un buen rato. Cuando vi en mi reloj que eran las 7 y media. Me levanté,
me dirigí a su tumbona, le levanté y nos fuimos directos a la habitación.
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Me tendré que poner la misma ropa de antes
después de ducharme.
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No, te pongas lo mismo, ya que te he traído un
vestido nuevo para la cena- me dijo sacando de su bolsa un vestido blanco con
un solo tirante; el tirante era fino con flores en todo el tirante; el vestido
no era muy largo, me llegaba por encima de la rodilla; los tacones seguiría
usando los anteriores.
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Muchas gracias- y acto seguido le agarré por el
cuello y le besé. De lo fuerte que le besé, nos caímos en la cama y cuando
terminamos de besarnos, nos reímos.
Me levanté, me
empecé a desnudar de camino a la ducha. Allí encendí el agua caliente, dejé que
me mojara el cuerpo ya que necesitaba relajarme.
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Sofía, ¿vas a tardar mucho? Es que yo también
quiero ir al baño- me gritó desde el otro lado de la puerta. Yo hice caso
omiso, así que como no le hacía ningún caso, entró en el baño (ya que me había
olvidado de poner el pestillo) y se desnudó; supe que lo hice porque se metió
conmigo en el baño- mira ahora ya no tardarás tanto para que me meta.
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Si ahora tardo es culpa tuya que te metes
conmigo- le dije mojándole con el teléfono de la ducha (ese aparato que echa
agua y tiene un mango largo).
Estuvimos
jugando con el teléfono de la ducha un rato, hasta que como estábamos empapando
todo, dejamos de hacerlo, nos terminamos de duchar y nos secamos.
Cuando estuvimos secos, me puse la
ropa interior por si intentaba algo. Como estaba distraída viendo lo que
estaban echando en el canal en el que dejó la tele minutos antes puesta Rubén,
no me di cuenta de que mi móvil empezó a sonar. Era mi madre, así que respiré
profundamente y contesté.
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Hola mamá, que agradable sorpresa.
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Sofía, solo te llamaba para preguntarte cómo vas
a dormir, si no cogiste ningún pijama.
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Laura me prestará uno- dije mirando a Rubén, que
sacó uno de su bolsa (parecía el bolso de Mary Poppins), era un camisón azul
que me llegaba por la rodilla; de tirantes finos, con encaje en la zona de los
pechos; un encaje, que por la zona de arriba era fino, pero por debajo era una
tira gorda que hacía como de sujeción de los pechos.
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Vale, pero mañana te quiero en casa antes de la
1 y media de la tarde.
Cuando terminé
de hablar con mi madre, me puse el vestido, no me quedaba nada mal, además era
de mi talla igual que el bañador.
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Gracias por la ropa Rubén y tu bolsa parece el
bolso de Mary Poppins- no se pero se rió por el comentario que le hice de su
bolsa de viaje.
Vi que él solo se cambiaba de
camisa y esta le quedaba muy bien. Salimos de la habitación rumbo al
restaurante, allí volvimos a pedir una mesa fuera, para estar a la luz de la
luna y las estrellas.
Pedí un filete empanado con patas
fritas y Rubén pidió lo mismo, estaba demasiado a gusto, hasta que pensé en la
noche, en que pasaría después de la cena. También pensé en que había dejado
desprotegido mi diario, aunque estuviera escondido en el escondite.
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Es una bonita noche, la luna está en lo alto,
está enorme y preciosa- fue lo único que dije mirando al cielo.
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Si, está preciosa, pero no tanto como tú mi
amor- me sonrojé mucho, Rubén era muy amable conmigo en todos los sentidos- por
eso hoy estoy aquí contigo y no con nadie más.
Nos trajeron la comida y en vez de
cenar tranquilamente cenamos hablando y riéndonos.
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Y mientras no estuvimos juntos, ¿Qué hiciste?
Tuve que
pensármelo un rato, había hecho muchas cosas y no sabía por dónde empezar.
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Pues fui bastante a la playa, también fui al
cine a ver la película de Los Pitufos en la que sale Neil Patrick Harris, ese
actor que hace de Barney en Como conocí a Vuestra Madre. ¿Y tú qué hiciste en
Barcelona?
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Pues vi la ciudad, disfruté mucho conociendo una
ciudad nueva, también fui a la playa y un día a Port Aventura- me empezó a
contar- en el parque me monté a todo con Bárbara y estuve un poco asustado
cuando me monté en las atracciones fuertes. Pero me hubiera gustado que tú
hubieras estado allí conmigo, así podría haber montado contigo y habérnoslo
pasado muy bien juntos.
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Eso me hubiera gustado, pero como te dije, mis
padres no me dejaron ir de viaje contigo, porque no querían gastar más dinero
en mis vacaciones, ya que mi madre y yo habíamos ido una semana en julio para
visitar todo Nueva York y eso ya era mucho gasto.
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Ya, pero a ver si para las próximas vacaciones
puedes venir conmigo o yo ir contigo- me sonrió y me agarró la mano izquierda.
Terminamos de
cenar sobre las 10 y media, yo tenía ganas de dar un paseo por la playa, pero
la playa quedaba un poco lejos y era muy tarde; no fuimos por eso. Nos fuimos a
la habitación, donde encendimos la televisión, no echaban nada bueno, así que
como era de esas televisiones LCD con USB y Rubén había traído uno, lo puso y vi que películas incluía.
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Antes de ver nada, será mejor que me cambie- le
dije intentando levantarme de la cama, pero él no me dejó, ya que agarró de uno
de mis brazos y me tiró a la cama.
Allí, me
desabrochó el vestido, ya que me era imposible a mí y empezó a besarme el
cuello. Me daba gusto que me besara así que le dejé. El vestido cayó al suelo,
al mismo tiempo que Rubén se quitaba su camisa y también la tiraba al suelo;
estaba feliz, no sabía a dónde podía conducir esto, pero si sabía una cosa, que
me estaba a dejar llevar por Rubén.
Acto seguido, él se quitó el
cinturón y se desabrochó el pantalón; los dos en estos momentos estábamos en
ropa interior, no sé si para llegar a hacerlo o para quedarnos así un rato.
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