Me fui a dormir con la esperanza de
que el día siguiente fuera mejor, fuera diferente. Quería que Rubén me
sorprendiera con algo y me hiciera ver por qué sigo enamorada de él.
Me desperté a eso de las 10 de la
mañana, con muchas ganas de aprovechar el día; desayuné tranquilamente en la
cocina, donde puede echar una ojeada al periódico donde podía leer las noticias
de mi ciudad. Recogí la mesa y me fui a mi habitación; encendí el ordenador y
el móvil. Mi móvil pitó, era un mensaje de Rubén, decía que tenía una sorpresa
y que me iba a recoger sobre las 12 y media. Cuando miré la hora, aún eran las
11, me daba tiempo de sobra a arreglarme.
Me duché dejando correr el agua por
mi cuerpo desnudo. Luego, me tapé con la toalla después de haberme secado y me
fui a mi habitación a buscar que ponerme para la ocasión. ¿Qué me tendría
preparado? ¿Será que se quería disculpar? Estaba tan nerviosa, que no sabía que
ponerme. Revisé mi armario, aún hacía calor y eso excluía los pantalones
largos. Encontré un vestido blanco de flores grandes rojas y con alguna rama en
verde sepia; no me llegaba a las rodillas, quedaba un poco más corto; no
llevaba mangas largas, la manga que llevaba era grande y con vuelo; en la
cintura llevaba puesto un cinturón rojo delgado; y en los pies llevaba unos
tacones de unos 6 centímetros de flores como las del vestido. El pelo lo dejé
suelto, miento, lo llevaba sujetado con una diadema blanca con 2 lazos
pequeños. Me maquillé un poco, para que no se me notara que había estado
llorando con anterioridad. Las uñas de las manos y los pies me las pinté del
mismo tono (o uno parecido) al rojo de las flores.
Cuando llegó la hora, le pedí
dinero a mi padre, me lo dio un poco molesto. Llamarón al timbre, por la cámara
podía ver a Rubén bien vestido y con un ramo de rosas en la mano, le dije que
enseguida bajaba, estaba nerviosa y en el ascensor no paraba de saltar de los
nervios, salí disparada del ascensor, bajé las escaleras de dos en dos, abrí la
puerta lanzándome a los brazos de Rubén. Le di un beso que era cálido y apasionado;
las rosas cayeron al suelo, pero no nos importó mucho.
Subimos a la moto, me puse uno de
los cascos que llevaba Rubén en el maletero, luego me puse las gafas de sol
(para que no me diera el sol en los ojos), le agarré de la cintura y él
arrancó.
-
¿A dónde vamos?- le pregunté intrigada.
-
Ya verás, es una sorpresa- estaba nerviosa y
tanto secretismo me estaba matando- y no me preguntes a donde vamos más veces,
que como te dije es una sorpresa.
No le pregunté más sobre a donde me
llevaba, nos alejamos de la ciudad y eso me preocupó un poco. Nos paramos en el
Pazo do Río que se encontraba en Oleiros, que se había convertido también en
hotel. Era un hotel muy bonito, de 4 estrellas, ¿Qué hacíamos en un hotel de 4
estrellas?
-
Entonces debo suponer que esta es la sorpresa.
¿Verdad?
-
Si, está es parte de la sorpresa, solo nos
quedaremos una noche, por eso no te dije que trajeras nada de ropa para
cambiarte.
-
Pero si es de 4 estrellas, tendrá piscina, no
traje bañador- le dije muy apenada.
-
Sí que lo trajiste, traje una pequeña bolsa con
los bañadores y alguna otra cosa más- me enseñó la bolsa.
Entramos en el
lujoso hotel, que mezclaba la arquitectura tradicional gallega y apartamentos
de diseño vanguardista. Era una recepción muy acogedora, muy vanguardista y
moderna con algún toque antiguo. Me mandó esperar sentada en uno de los
asientos que había, mientras él se acercaba a donde estaba la recepcionista.
Le mandé un mensaje a Laura
diciendo donde estaba con Rubén, me respondió al segundo, diciendo que tenía
mucho morro y que lo que le preocupaba era como se iban a tomar mis padres que
no volviera a dormir.
Rubén vino a mi lado cuando estaba
guardando mi móvil en el bolso, me cogió de la mano y me levantó de la silla; cogimos
el ascensor que nos llevaría a nuestra habitación, allí pulsó el 2º piso; en el
2º piso nos tocó la habitación Nº9, ya que solo en ese hotel hay 9 habitaciones
y 20 apartamentos. La habitación era espectacular, pero cuando vi la terraza,
fui hacia ella y desde la terraza pude ver una gran vista del mar y de la gran
piscina.
-
¿Qué quieres hacer ahora?
-
Pues en estos momentos tengo hambre, ¿por qué no
vamos a comer algo?- le pregunté- y luego tendré que llamar a mis padres, no
les quiero preocupar y me tengo que inventar una escusa porque no voy a dormir.
Nos fuimos al restaurante, allí
elegimos una mesa fuera para 2; yo pedí algo ligero para comer, pedí un trozo
de lubina al horno con patatas y ensalada y Rubén pidió un chuletón de 750
gramos con patas fritas. De beber pedimos una botella de agua de 1 litro fría.
Nos miramos y nos tocamos la mano
izquierda; me sonrojé un poco. Dejé de pensar por un día en Bárbara y en todo
lo que tenía que contarle sobre ella. Nos trajeron la comida y comimos mientras
hablamos y nos reímos por todo lo que estábamos a decir. De postre cada uno
tomó un mousse de chocolate.
Cuando terminamos de comer, nos
levantamos, me puso la mano por el hombro y nos marchamos a la habitación, en
ella, mientras Rubén se ponía a ver un poco la tele, yo me cambié y me puse el
bikini.
-
Rubén, ponte el bañador que vamos a ir a la
piscina- le grité desde el baño.
-
Pues ahora voy- supe que se estaba levantando y
cambiando, porque cuando llegué a la habitación vi toda su ropa desperdiga por
la cama.
-
Recoge un poco la ropa- como no me hacía caso,
la tuve que recoger yo.
Mi móvil sonó,
cuando vi que eran mis padres, no supe que hacer. Rubén cogió mi móvil, lo puso
en manos libres para que los dos pudiéramos escucharlo.
-
Sofía, ¿Dónde estás? Estamos preocupados por ti.
-
Pues estoy con Laura y las demás, tampoco iré a
dormir a casa, ya que dormiré en casa de Laura- le mentí a mi madre.
Cuando terminé de hablar con mi
madre, llamé corriendo a Laura y le dije que si mi madre le llamaba, le dijera
que iba a pasar la noche en su casa cuando en verdad pasaría la noche con
Rubén.
Salimos de la habitación, camino de
la piscina donde me senté en una tumbona encima de una toalla, me puse las
gafas de sol y me quedé tomando el sol. Pero como Rubén se metió de un salto en
la piscina, me mojó toda. Así que me tuve que meterme en el agua para mojarle y
ahogarle.
-
¡Sofía ven aquí!
-
No, déjame, ya me he metido, así que como yo te
he ahogado, ya estamos en paz- me puse a correr por la piscina o mejor dicho a
nadar.
Me agarró por los pies, me llevó
hacia él y me besó. Luego me ahogó y yo para acabar con él, le agarré por el
pié e hice que se sumergiera conmigo. Intenté besarle, pero como me estaba
quedando sin oxígeno, tuve que salir a la superficie a respirar.
-
Jejeje, tienes muy poco aguante- al decir eso,
me mosqueó un poco- no te enfades mi amor, te quiero.
Cuando dijo te
quiero, no supe cómo reaccionar, era la primera vez que alguien me lo decía y
por eso no sabía cómo reaccionar.
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