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jueves, 23 de agosto de 2012

Capítulo 4


Me fui a dormir con la esperanza de que el día siguiente fuera mejor, fuera diferente. Quería que Rubén me sorprendiera con algo y me hiciera ver por qué sigo enamorada de él.

Me desperté a eso de las 10 de la mañana, con muchas ganas de aprovechar el día; desayuné tranquilamente en la cocina, donde puede echar una ojeada al periódico donde podía leer las noticias de mi ciudad. Recogí la mesa y me fui a mi habitación; encendí el ordenador y el móvil. Mi móvil pitó, era un mensaje de Rubén, decía que tenía una sorpresa y que me iba a recoger sobre las 12 y media. Cuando miré la hora, aún eran las 11, me daba tiempo de sobra a arreglarme.

Me duché dejando correr el agua por mi cuerpo desnudo. Luego, me tapé con la toalla después de haberme secado y me fui a mi habitación a buscar que ponerme para la ocasión. ¿Qué me tendría preparado? ¿Será que se quería disculpar? Estaba tan nerviosa, que no sabía que ponerme. Revisé mi armario, aún hacía calor y eso excluía los pantalones largos. Encontré un vestido blanco de flores grandes rojas y con alguna rama en verde sepia; no me llegaba a las rodillas, quedaba un poco más corto; no llevaba mangas largas, la manga que llevaba era grande y con vuelo; en la cintura llevaba puesto un cinturón rojo delgado; y en los pies llevaba unos tacones de unos 6 centímetros de flores como las del vestido. El pelo lo dejé suelto, miento, lo llevaba sujetado con una diadema blanca con 2 lazos pequeños. Me maquillé un poco, para que no se me notara que había estado llorando con anterioridad. Las uñas de las manos y los pies me las pinté del mismo tono (o uno parecido) al rojo de las flores.

Cuando llegó la hora, le pedí dinero a mi padre, me lo dio un poco molesto. Llamarón al timbre, por la cámara podía ver a Rubén bien vestido y con un ramo de rosas en la mano, le dije que enseguida bajaba, estaba nerviosa y en el ascensor no paraba de saltar de los nervios, salí disparada del ascensor, bajé las escaleras de dos en dos, abrí la puerta lanzándome a los brazos de Rubén. Le di un beso que era cálido y apasionado; las rosas cayeron al suelo, pero no nos importó mucho.

Subimos a la moto, me puse uno de los cascos que llevaba Rubén en el maletero, luego me puse las gafas de sol (para que no me diera el sol en los ojos), le agarré de la cintura y él arrancó.

-          ¿A dónde vamos?- le pregunté intrigada.

-          Ya verás, es una sorpresa- estaba nerviosa y tanto secretismo me estaba matando- y no me preguntes a donde vamos más veces, que como te dije es una sorpresa.

No le pregunté más sobre a donde me llevaba, nos alejamos de la ciudad y eso me preocupó un poco. Nos paramos en el Pazo do Río que se encontraba en Oleiros, que se había convertido también en hotel. Era un hotel muy bonito, de 4 estrellas, ¿Qué hacíamos en un hotel de 4 estrellas?

-          Entonces debo suponer que esta es la sorpresa. ¿Verdad?

-          Si, está es parte de la sorpresa, solo nos quedaremos una noche, por eso no te dije que trajeras nada de ropa para cambiarte.

-          Pero si es de 4 estrellas, tendrá piscina, no traje bañador- le dije muy apenada.

-          Sí que lo trajiste, traje una pequeña bolsa con los bañadores y alguna otra cosa más- me enseñó la bolsa.

Entramos en el lujoso hotel, que mezclaba la arquitectura tradicional gallega y apartamentos de diseño vanguardista. Era una recepción muy acogedora, muy vanguardista y moderna con algún toque antiguo. Me mandó esperar sentada en uno de los asientos que había, mientras él se acercaba a donde estaba la recepcionista.

Le mandé un mensaje a Laura diciendo donde estaba con Rubén, me respondió al segundo, diciendo que tenía mucho morro y que lo que le preocupaba era como se iban a tomar mis padres que no volviera a dormir.

Rubén vino a mi lado cuando estaba guardando mi móvil en el bolso, me cogió de la mano y me levantó de la silla; cogimos el ascensor que nos llevaría a nuestra habitación, allí pulsó el 2º piso; en el 2º piso nos tocó la habitación Nº9, ya que solo en ese hotel hay 9 habitaciones y 20 apartamentos. La habitación era espectacular, pero cuando vi la terraza, fui hacia ella y desde la terraza pude ver una gran vista del mar y de la gran piscina.

-          ¿Qué quieres hacer ahora?

-          Pues en estos momentos tengo hambre, ¿por qué no vamos a comer algo?- le pregunté- y luego tendré que llamar a mis padres, no les quiero preocupar y me tengo que inventar una escusa porque no voy a dormir.

Nos fuimos al restaurante, allí elegimos una mesa fuera para 2; yo pedí algo ligero para comer, pedí un trozo de lubina al horno con patatas y ensalada y Rubén pidió un chuletón de 750 gramos con patas fritas. De beber pedimos una botella de agua de 1 litro fría.

Nos miramos y nos tocamos la mano izquierda; me sonrojé un poco. Dejé de pensar por un día en Bárbara y en todo lo que tenía que contarle sobre ella. Nos trajeron la comida y comimos mientras hablamos y nos reímos por todo lo que estábamos a decir. De postre cada uno tomó un mousse de chocolate.

Cuando terminamos de comer, nos levantamos, me puso la mano por el hombro y nos marchamos a la habitación, en ella, mientras Rubén se ponía a ver un poco la tele, yo me cambié y me puse el bikini.

-          Rubén, ponte el bañador que vamos a ir a la piscina- le grité desde el baño.

-          Pues ahora voy- supe que se estaba levantando y cambiando, porque cuando llegué a la habitación vi toda su ropa desperdiga por la cama.

-          Recoge un poco la ropa- como no me hacía caso, la tuve que recoger yo.

Mi móvil sonó, cuando vi que eran mis padres, no supe que hacer. Rubén cogió mi móvil, lo puso en manos libres para que los dos pudiéramos escucharlo.

-          Sofía, ¿Dónde estás? Estamos preocupados por ti.

-          Pues estoy con Laura y las demás, tampoco iré a dormir a casa, ya que dormiré en casa de Laura- le mentí a mi madre.

Cuando terminé de hablar con mi madre, llamé corriendo a Laura y le dije que si mi madre le llamaba, le dijera que iba a pasar la noche en su casa cuando en verdad pasaría la noche con Rubén.

Salimos de la habitación, camino de la piscina donde me senté en una tumbona encima de una toalla, me puse las gafas de sol y me quedé tomando el sol. Pero como Rubén se metió de un salto en la piscina, me mojó toda. Así que me tuve que meterme en el agua para mojarle y ahogarle.

-          ¡Sofía ven aquí!

-          No, déjame, ya me he metido, así que como yo te he ahogado, ya estamos en paz- me puse a correr por la piscina o mejor dicho a nadar.

Me agarró por los pies, me llevó hacia él y me besó. Luego me ahogó y yo para acabar con él, le agarré por el pié e hice que se sumergiera conmigo. Intenté besarle, pero como me estaba quedando sin oxígeno, tuve que salir a la superficie a respirar.

-          Jejeje, tienes muy poco aguante- al decir eso, me mosqueó un poco- no te enfades mi amor, te quiero.

Cuando dijo te quiero, no supe cómo reaccionar, era la primera vez que alguien me lo decía y por eso no sabía cómo reaccionar.

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